lunes, 23 de abril de 2018

El Arcoiris





Autor: Pedro Centeno Vallenilla
Realizado por: Jair Ríos a partir de un boceto del autor
Título: El Arco iris
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas: 120 X 90 cm.
Año: 2018
Serie: Identidades





El mito

EL ARCOIRIS


Hace mucho tiempo vivía en la Guajira un joven de nombre Arikuai, hijo de un anciano piache, sabio y prudente, como él, conocía los secretos de la naturaleza, sabía curar las enfermedades, tanto del cuerpo como del alma, imitaba los sonidos del viento y de los animales.

Arikuai era alegre y amistoso, no había contienda ni baile em donde él no participara; era el confidente, el amigo y a todos infundía ánimo y serenidad.

En una ranchería cercana a la de Arikuai vivía un adinerado patriarca con su numerosa familia, entre las hijas se destacaba Anakuai, delicada, deligente, alegre y cariñosa; en los bailes animaba a los tímidos con su amplia sonrisa y los invitaba a bailar, era incansable y todos la requerían, no porque fuera la más bella, sino porque era agradable y cordial; cuando se realizaba un baile era la primera invitada.

Arikuai y Anakuai se encontraban siempre en todas las fiestas, naturalmente terminaron enamorándose, pero siguieron repartiendo alegría como lo habían hecho siempre.

Las dos familias se hicieron regalos de rigor, poco después se efectuó el matrimonio. La feliz pareja continuaba siendo el centro de todas las reuniones y repartían toda la gama de colores de la alegría.

Rl anciano piache colocó en el cuello esbelto de Anakuai un sencillo collar de cristal con estas palabras:

    Hija mía, conserva siempre este collar, no te separes nunca de él, úsalo cuando estés en peligro. La única condición es que ames y seas siempre fiel a tu esposo.

Se amaron los dos con pasión, la selva, los arenales y los cardones fueron testigos, pero no por eso dejaron de ayudar a sus amigos y fueron arcos de ilusión entre las parejas, continuaron siendo la alegría de los bailes y torneos.
La cordialidad de Anakuai fue mal interpretada por un apuesto, valiente y rico joven venido de un lugar distante de la Guajira. La requirió en amores y ella contestó:

    No puede ser, estoy casada con Arikuai y lo amo.

Siguieron encontrándose en las fiestas y competencias, ante las negativas de Anakuai, el joven indignado amenazó:

    Si no te divorcias de tu esposo me vengaré.

Anakuai se entristeció, pero por temor a empañar su amor o no ser comprendida por Arikuai no le dijo nada.

Tiempo después los esposos caminaban en dirección a la selva, el vengativo enamorado los seguía. Ellos se sentaron en un tronco caído y él tocó la zagüagüa mientras ella cantaba con pasión, luego se juraron amor eterno y fidelidad. El pretendiente furioso por lo que veía y escuchaba, en un ataque de celos sacó una flecha, templó el arco y cuando se disponía a lanzarla hacia Arikuai, ella lo vio y lanzó un grito de terror a la vez que se llevaba las manos al collar, regalo del piache y lo lanzó al intruso.

De pronto la selva enmudeció y se pobló de niebla, en el cielo aparecieron dos hermosísimos arcos de siete colores qie cegaron la vista del vengativo pretendiente.

Desde entonces en el cielo de la Guajira aparece después de las tempestades, un símbolo de paz, de luz y de esperanza, el esplendoroso arco iris que posee los colores encerrados en el collar de Anakuai, símbolo de la alegría que así como lo hacían Arikuai y Anakuai, traen paz y optimismo a los habitantes de la Guajira cuando los contemplan.

Lolita Robles de Mora
Los Wayúu, Caminos de la Guajira